jueves, 8 de noviembre de 2012

Cuatro poemas sobre el amor en el cine


La primera película elegida es La Princesa Prometida, de Rob Reiner. Y os puedo asegurar que es una entrañable, magnífica, mágica, emotiva, imaginativa e “inconcebible” película, que comienza: "Érase una vez..."; y termina "...y vivieron felices y comieron perdices.".
Y en medio, el amor verdadero y un compendio de diversiones varias, guiños, frases memorables, lugares encantados y personajes secundarios inolvidables (el Albino, el Obispo gangoso, el milagroso Max y su señora, el Alguacil, Vizzini, la Brigada Brutal, etc, etc.).
Y nos deja un sinnúmero de sentencias para la histora. A modo de ejemplo:
-Mi nombre es Íñigo Montoya. Tu mataste a mi padre. Prepárate a morir.
(Íñigo al Conde).
-No sobreviviremos"
-Tonterías! Sólo lo dices porque nadie lo ha logrado nunca".
(Wesley a Buttercup)
-¡Inconcebible!
-Sigues usando esa palabra. Y no creo que signifique lo que tú crees que significa.
(Íñigo a Vizzini)
-¡Como deseeeeeees!
(Wesley)
-Vamos a buscar al hombre de negro.
-Pero Íñigo, no sabemos dónde está.
-No me molestes con pequeñeces.
(Íñigo y Fessic)
-Alguien ha vencido a un coloso.
(Humperdinck)
Y por supuesto, la más que enternecedora relación entre nieto y abuelo y el encantador juego de rimas entre Íñigo y Fessic.
Nada está fuera de lugar, ni las localizaciones ni la música, ni el atrezo, ni los buenos, ni los malos, ni el príncipe Humperdinck, ni el Conde Rugen con sus seis dedos, ni los títulos de crédito...
Es realmente una de las contadísimas películas verdaderamente para todos los públicos. Ante ella, los niños (y los no tan niños) se olvidan de las palomitas y se convierten en el Pirata Roberts, en Iñigo Montoya o en la inolvidable Princesa Buttercup.
Sólo le pongo una pega, que los 98 minutos que dura se hacen muy cortos.
Acomodaos en la sala, relajaos, retornar a la infancia y disfrutar gozosos de esta fascinante película. Os aseguro que merecerá la pena.

Y tras este preámbulo pasaré a los versos.


El amor verdadero
conforma los cimientos de la vida.
No existen imposibles, toda herida
cicatriza ante el ímpetu sincero
de tan noble esperanza.
Ni muere, ni lo acalla la tortura;
renace como fénix, ave pura
transformando ciclones en bonanza.
Soslaya la paciencia;
ni se arredra ni cede ante el estoque;
discute la evidencia.
Y nada existe, nada, que provoque
tal fuego apasionado
de placer como amar y ser amado.


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La segunda será Medianoche en el jardín del bien y del malUna cinta de Clint Eastwood realmente atractiva y magistralmente interpretada, entre otros, por Kevin Spacey; os la recomiendo.
Una disección muy bien llevada de personajes que deambulan en una sociedad decadente y sureña.

Vayan los versos


La perversa pasión en los amores,
la que oculta la mente pueblerina,
es causa de tragedias y dolores,
de relatos de magia y de rutina.
Pues la historia del crimen
se escribe en cementerios
siguiendo los criterios
de la muerte; y el limen
del alma humana solo se descubre
tras la razón que ampara la mentira.
Un acto depravado e insalubre
conduce hacia la ira.
Escupe sobre el féretro el licor
y ruégale perdones al amor.
Ya queda de los muertos la venganza
que a todos nos alcanza.


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La tercera película elegida será 
Dracula, de Barm Stoker, dirigida por Francis Ford Coppola.
Aunque en el título haga mención al autor de la novela, y si bien casi la sigue literalmente, Coppola -es mi opinión- la rodea de un romanticismo superior a la obra epistolar original, y la suaviza permitiendo que el monstruo (Gary Oldman) se libere por amor.
Me gusta ese Val Helsing interpretado por Anthony Hopkins y el giro de hace Coppola, humanizando un poco el engendro de Stoker, dándole la posibilidad de redimierse por amor (otra visión más del Don Juan). Sangre, amor y odio, la historia de la humanidad.


Vayan los versos


Se pervierte el amor
en un pacto satánico
cuando la fe declina del favor
de Dios y la ortodoxia. Del vesánico
y delirante espíritu abatido
surge un grito profundo de desprecio,
para trocar por odio lo perdido.
Y todo tiene un precio:
es la sangre inocente,
vagar eternamente
por las sombras perversas de la luna
ajeno a la fortuna
Será la pura esencia,
rendirse a su presencia,
quien mude al condenado de su piel,
maldita por la sangre del infiel.


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Y la cuarta será la cinta de Stanley Kubrick, Lolita.
Una adaptación de la novela de Navokov. El relato de una obsesión perversa del padrastro por su hija adolescente.
Excelentes interpretaciones; inconmensurables, James Mason, Peter Sellers y Shelley Winters; y una más que sugerente Sue Lyon como Lolita.


Van los versos


Porque tiene el amor sayal de esclavo
-morbosa sensación incontrolable,
hogar del menoscabo-
convierte en miserable
a aquel a quien los dardos del dios ciego
atraviesan su alma quebradiza,
como lenguas de fuego
pasionales, en una antojadiza
perversión; cuando el último crepúsculo
decente muere, el alma
declina y el latido de ese músculo
que, ante la ingenuidad, ante la calma,
desata los instintos,
nos condena a vivir en el horror,
morando en los recintos
oscuros, depravados, del amor.




domingo, 4 de noviembre de 2012

Vida


Inexorable vida es tu destino
final emparejarte con la muerte.
Tras tu peregrinaje por la suerte,
eludiendo las piedras de un camino

efímero y eterno, libertino,
es hora ya de irse. Se despierte
de ese sueño el mustio cuerpo inerte,
encamine su esfuerzo al desatino

ante el frágil espejo que fustiga
la razón con el látigo punzante
de la vejez desnuda, pues los años
préteritos provocan la fatiga
-carrera infernal-. En ese instante
fatídico remiten nuestros daños.