La
primera película elegida es La Princesa Prometida,
de Rob Reiner. Y os puedo asegurar que es una entrañable,
magnífica, mágica, emotiva, imaginativa e
“inconcebible” película, que comienza: "Érase
una vez..."; y termina "...y vivieron felices y comieron
perdices.".
Y
en medio, el amor verdadero y un compendio de diversiones varias,
guiños, frases memorables, lugares encantados y personajes
secundarios inolvidables (el Albino, el Obispo gangoso, el milagroso
Max y su señora, el Alguacil, Vizzini, la Brigada Brutal, etc,
etc.).
Y
nos deja un sinnúmero de sentencias para la histora. A modo de
ejemplo:
-Mi
nombre es Íñigo Montoya. Tu mataste a mi padre.
Prepárate a morir.
(Íñigo
al Conde).
-No
sobreviviremos"
-Tonterías!
Sólo lo dices porque nadie lo ha logrado nunca".
(Wesley
a Buttercup)
-¡Inconcebible!
-Sigues
usando esa palabra. Y no creo que signifique lo que tú crees
que significa.
(Íñigo
a Vizzini)
-¡Como
deseeeeeees!
(Wesley)
-Vamos
a buscar al hombre de negro.
-Pero
Íñigo, no sabemos dónde está.
-No
me molestes con pequeñeces.
(Íñigo
y Fessic)
-Alguien
ha vencido a un coloso.
(Humperdinck)
Y
por supuesto, la más que enternecedora relación entre
nieto y abuelo y el encantador juego de rimas entre Íñigo
y Fessic.
Nada
está fuera de lugar, ni las localizaciones ni la música,
ni el atrezo, ni los buenos, ni los malos, ni el príncipe
Humperdinck, ni el Conde Rugen con sus seis dedos, ni los títulos
de crédito...
Es
realmente una de las contadísimas películas
verdaderamente para todos los públicos. Ante ella, los niños
(y los no tan niños) se olvidan de las palomitas y se
convierten en el Pirata Roberts, en Iñigo Montoya o en la
inolvidable Princesa Buttercup.
Sólo
le pongo una pega, que los 98 minutos que dura se hacen muy cortos.
Acomodaos
en la sala, relajaos, retornar a la infancia y disfrutar gozosos de
esta fascinante película. Os aseguro que merecerá la
pena.
Y
tras este preámbulo pasaré a los versos.
El
amor verdadero
No
existen imposibles, toda herida
cicatriza
ante el ímpetu sincero
de
tan noble esperanza.
Ni
muere, ni lo acalla la tortura;
renace
como fénix, ave pura
transformando
ciclones en bonanza.
Soslaya
la paciencia;
ni
se arredra ni cede ante el estoque;
discute
la evidencia.
Y
nada existe, nada, que provoque
tal
fuego apasionado
de
placer como amar y ser amado.
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La
segunda será Medianoche
en el jardín del bien y del mal. Una
cinta de Clint Eastwood realmente atractiva y magistralmente
interpretada, entre otros, por Kevin Spacey; os la recomiendo.
Una
disección muy bien llevada de personajes que deambulan en una
sociedad decadente y sureña.
Vayan los versos

la que oculta la mente pueblerina,
es causa de tragedias y dolores,
de relatos de magia y de rutina.
Pues la historia del crimen
se escribe en cementerios
siguiendo los criterios
de la muerte; y el limen
del alma humana solo se descubre
tras la razón que ampara la mentira.
Un acto depravado e insalubre
conduce hacia la ira.
Escupe sobre el féretro el licor
y ruégale perdones al amor.
Ya queda de los muertos la venganza
que a todos nos alcanza.
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La tercera película elegida será Dracula, de Barm Stoker, dirigida por Francis Ford Coppola.
Aunque
en el título haga mención al autor de la novela, y si
bien casi la sigue literalmente, Coppola -es mi opinión- la
rodea de un romanticismo superior a la obra epistolar original, y la
suaviza permitiendo que el monstruo (Gary Oldman) se libere por
amor.
Me
gusta ese Val Helsing interpretado por Anthony Hopkins y el giro de
hace Coppola, humanizando un poco el engendro de Stoker, dándole
la posibilidad de redimierse por amor (otra visión más
del Don Juan). Sangre, amor y odio, la historia de la humanidad.
Vayan
los versos
Se
pervierte el amor
en un pacto satánico
cuando la fe
declina del favor
de Dios y la ortodoxia. Del vesánico
y
delirante espíritu abatido
surge un grito profundo de
desprecio,
para trocar por odio lo perdido.
Y todo tiene un
precio:
es la sangre inocente,
vagar eternamente
por las
sombras perversas de la luna
ajeno a la fortuna
Será la
pura esencia,
rendirse a su presencia,
quien mude al
condenado de su piel,
maldita por la sangre del infiel.
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Y
la cuarta será la cinta de Stanley Kubrick, Lolita.
Una
adaptación de la
novela de Navokov. El relato de una obsesión perversa del
padrastro por su hija adolescente.
Excelentes
interpretaciones; inconmensurables, James Mason, Peter Sellers y
Shelley Winters; y una más que sugerente Sue Lyon como Lolita.
Van
los versos
Porque
tiene el amor sayal de esclavo
-morbosa sensación
incontrolable,
hogar del menoscabo-
convierte en miserable
a aquel a quien los dardos del dios ciego
atraviesan su alma
quebradiza,
como lenguas de fuego
pasionales, en una
antojadiza
perversión; cuando el último
crepúsculo
decente muere, el alma
declina y el latido de
ese músculo
que, ante la ingenuidad, ante la calma,
desata
los instintos,
nos condena a vivir en el horror,
morando en los
recintos
oscuros, depravados, del amor.