miércoles, 26 de octubre de 2011

A golpe de mar

La mar es blanca espuma por la brisa
y leal será tu lengua ya en mi boca;
ardiente como el fuego de tu risa,
que aguanta los embates como roca.

Y quisiera decirte, ya sin prisa,
que es tu cuerpo el aroma que me invoca,
nostalgia de una dulce piel tan lisa
que mi sentido excita y aún provoca.

Como azotan las olas a la costa,
lamiéndola con todos sus deseos,
penetrando su zona mas angosta,

me acarician tus trinos y gorjeos;
susurros de un océano impetuoso,
un huracán que sopla proceloso.

lunes, 24 de octubre de 2011

Me llamaron poeta

Me llamaron poeta por mi verso,
que declama una triste melodía,
un eco de letal melancolía
y es el clamor de todo mi universo.

El grito de dolor que yo disperso,
como negra y siniestra letanía,
desnuda de fervor a mi poesía
y la viste de un hálito perverso.

Fecundos crisantemos son mis flores,
que nacen a la sombra de un ciprés
y tiñen con sus grises mis colores.

Perdido por la savia el interés,
la agonía vital de mis amores
ha roto el aparejo de mi arnés.

...

Al llegar la luz del día
decía
cortándose la coleta
el poeta,
ya arrugado su pellejo,
Soy viejo.
Y así, en un Ovillejo
nos dejó pues el rapsoda
su más grande y mejor oda.
Decía el poeta: Soy viejo.


viernes, 21 de octubre de 2011

Breve relato sentimental

Lo dejó todo, incluso trabajo y aficiones; olvidó a sus amigos; se alejó de su tierra, de su patria, de su casa y de su hogar; para partir con ella y permanecer a su lado; no ya como un báculo que le sirviera de apoyo, sino como parte de ella, para fundirse los dos en un solo ser. Y con ella permaneció durante toda la enfermedad; padeció su deterioro físico; sintió su mismo dolor; lloró postrado ante ella cuando perdió sus cabellos; y la vio consumirse, lenta e irremisiblemente, agotando su vitalidad... Tomó sus manos infinidad de veces, besó sus ojos sin pestañas y su rostro sin cejas; le hablaba a cada instante, y, ocultando las lágrimas, reía con ella. Al final de su trayecto, le inyectó la morfina, mitigando así su dolor, para hacerle llevadera la agonía. Y la vio partir. Estaba con ella el día en que se fue; y quiso irse con ella -se habría ido con ella- pero en ese instante su hijo lo miró.
-¿Te irás tú también, como mamá. Me dejarás solo?
-Tal vez, hijo, tal vez un día me vaya -su sonrisa no ocultaba la amargura-, pero ya no voluntariamente, al menos mientras tú estés aquí.
Y, tras arrojar las cenizas a la mar, padre e hijo volvieron de la mano, con ella reposando para siempre en la memoria, y sabiendo que, aún habiendo perdido lo que más amaban, seguían teniéndose el uno al otro.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Caperucita y el lobo

Ya la tierna y gentil Caperucita
va paseando alegre sin cuidado
y al muy lascivo lobo se ha topado;
quien díjole a la guapa muchachita:

- No tengas prisa mi niña bonita
-añadiendo el feroz lobo malvado-,
retocemos un rato por el prado
y que se espere un poco tu abuelita.

La niña, señalando más allá,
le contestó con suave y dulce voz:
- Que no voy a poder, lobo feroz,
pues no le va a gustar a mi mama.

Y el astuto animal le respondió:
- A tu mamá, chiquilla, le encantó.

El sonido


La observa, reposa sobre la arenisca, el rudo y seco terreno le sirve de hogar. Ya vivía ahí antes de que él naciera. Procede de las entrañas de la tierra; brotó como el sol y se hizo luna, oro ígneo ennegrecido y pulido por el tiempo. Al tocarla se estremece, está fría. Quiere escuchar sus arcanos secretos, el sonido de unas baquetas se interpone; lo elimina; la voz grave y gutural del padre llamando a su hijo, también; la olvida. Se abstrae de su alrededor, quiere escuchar lo inmutable, y le llega el sonido; pero no es la gélida lava lo que escucha, es algo más profundo, un anhelo terriblemente acompasado; infinitas notas bruscas y unicordes, espantosamente rítmicas, se propagan a través del muro sobre el que apoya su pecho; se acompasa con ellas, el dedo anular de su mano izquierda sigue los acordes golpeando contra el muro... y le invade una repentina sensación de espanto; desaparece cuando los dedos dejan de repiquetear; pero el sonido persiste, aún con el mismo compás, se intensifica, añade más instrumentos a la melodía, se eleva y se convierte en sentimientos, en recuerdos; son sus ojos mirándole mientras la mira, es una caricia con rostro, son unos labios que besan, es un aroma que le impregna de dicha, es el sonido del amor. Los chavales alborotan a su lado, rompen el hechizo; su corazón sigue latiendo, pero ya no lo escucha.

domingo, 9 de octubre de 2011

Déjame, vida

¿Por qué me apartas de la sombra horrible?
¿Por qué, vida, me alejas de lo inmune
y por qué me mantienes despejado,
si es mi anhelo perderme en el olvido?

Sufrimiento fugaz que se eterniza
y me obliga a pedir misericordia.
Otórgale descanso a mis pesares;
ya no quiero seguir con la esperanza

estéril de creer en mi existencia.
Arroja al fuego el libro de mi mundo.
No le temo al horror de lo perenne;

esta duda me causa más angustia,
porque es morir, la lógica se impone,
plácida oscuridad sin pensamientos.