domingo, 10 de marzo de 2013

Mujer



Tiene, mujer, tu espíritu
constancia y sacrificio como vida,
Abrazando el mundo
y toda tú, la luna como abrigo.
Tienes en la voraz razón la herida,
y en la batalla diaria, tu castigo.
Es tu sangre de hielo,
portadora del fuego en tus entrañas.
Tus manos son guadañas;
y siega los depósitos del cielo
tu primigenio vientre,
único paradigma del futuro,
del amor incondicional y puro,
de la abnegada entrega
plena, siempre en constante ebullición,
mezclando raciocinio e intuición.
Y una sola pregunta:
¿cuándo habrá de llegar, serena y firme,
la ansiada libertad a redimirme?
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Lágrimas
Perdóname, mujer,
el más ferviente anhelo,
el único motivo para ser,
de este hombre miserable;
Tú formas la razón de mi existencia.
Si soy en ocasiones detestable,
ajeno a los dictados de conciencia,
es exclusivamente por la historia
escrita por el hombre
que dicta la ilusión en la memoria.
Ignoro si merezco remisión,
no solo son palabras
vacías, las escribe el corazón
atormentado, vano
y cobarde, vencido por la herida
que le causa la ofensa de su mano
alzada contra el alma de la vida.
No merezco perdón, pero lo pido.


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