martes, 15 de octubre de 2013

Soneto algebraico de ímprobo estrambote


Hizo el docto Pitágoras un reto;
y bien que nos lo muestra en su teorema,
usado para hallar el apotema
o la altura del triángulo completo.


Ser lo mismo la altura que el cateto
del triángulo rectángulo es el lema
y soluciona así este problema:
¿Qué poner en el último cuarteto?

Dos tercetos serán el exponente;
versarán sobre álgebra sencilla,
quizá una ecuación de primer grado

y de la equis hallar su coeficiente.
Con la tabla del seis de carrerilla
este soneto habrase terminado.

Me entusiasma el hablar del polinomio
-no piensen que salí de un manicomio-
y adoro el logaritmo neperiano,
el ábaco y el número romano;
dominar el factor determinante
resulta francamente emocionante;
convertir los segmentos en sectores,
un gozo comparable a los mejores;
y sin dejar atrás la geometría,
a la que tengo cierta simpatía,
porque en su eje central de coordenadas
coloca las fracciones adecuadas.
Y ya, multiplicando o dividiendo,

por la misma tangente me voy yendo.
.

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