martes, 19 de febrero de 2013

El Guerrero Galáctico

Va una frivolidad. Primera temporada de "Las aventuras y desventuras del Guerrero Galáctico".

El Guerrero galáctico

Pe Cuatro Quince” está desactivado
y la nave navega a la deriva;
falta la gravedad, y, desgraciado,
acudo a mi extinción definitiva.

Tengo además dolor en el costado
-el alien me lisió con su agresiva
furia de odio febril y despiadado-,
me falla la conciencia cognitiva;

pero aún no he perdido la esperanza,
porque enviará al marciano al otro mundo
mi desintegrador multipolar,

y así tendré cumplida mi venganza.
Yo seguiré de estable vagabundo
en esta guerra pírrica estelar.

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Más del guerrero galáctico

Dispara el alienígena y acierta,
causándome una herida en el ombligo.
Me toca a mí: “ya estás, criatura, muerta;
al final ha llegado tu castigo”.

Y tengo mis sentidos en alerta,
usaré para huir del enemigo
el agujero negro como puerta,
el siniestro portal será mi abrigo.

Mi fiable nave indómita espacial
me aleja del peligo en sus narices;
contra el alien será mi bien su mal

-evitaré caer en más deslices-,
aunque de esta contienda sideral
solo tengo en el cuerpo cicatrices.

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La última batalla del guerrero galáctico

Ahora llega el fin de mi aventura
en la primera y última batalla.
Viajaré por el tiempo sin premura
en mi astronave hecha con quincalla.

Soporté el cautiverio y la tortura
de un atroz alienígena canalla.
Lo apiolé cuando huí de su captura,
y se extinguió por mor de la metralla.

El soldado galáctico lo sabe:
Solo debo encontrar el punto frágil
del enemigo oculto, punitivo

usar los propulsores de mi nave
y, con una maniobra en todo ágil,
disparar mi misil siguiendo vivo.

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El retiro del guerrero galáctico

Pero, será posible, otro villano

que se acerca; malditos invasores.
Pues sabrán lo que vale el ser humano:
¡Venga, vamos, venid a mí, traidores!

Dispara con el láser el marciano,
anula los aéreos propulsores;
y es igual, pues le venzo por la mano,
con el mío le acierto en los motores.

Se acabó, yo he ganado la pelea.
Toca la vuelta a casa por el tiempo,
curarme el sano cuerpo malherido;

me espera la minina allá en la aldea;
hasta ella llegaré sin contratiempo.
Creo haberme ganado mi retiro.

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