viernes, 19 de octubre de 2012

Tristeza



Lleva ceñida sobre su cabeza
una hermosa corona; una guirnalda
le separa el cabello de la espalda
en diadema de azul y gran belleza.

Se mueve con la grácil gentileza
del cisne. Su mirada la respalda
-más aún que lo corto de su falda-;
sus ojos, de letal delicadeza,

se clavan en los míos, me desnuda
de mentiras, desgaja mi interior
e invade mis entrañas de pavor.
porque me muestra, gélida, la cruda

realidad: Mi fatal melancolía
impide que me abrace la alegría.

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