jueves, 11 de octubre de 2012

El jardín de las delicias

Tienes, niña, la cara arrebolada,
¿es quizá por el beso que te di
en los labios con lengua? Dime si
sentiste algún placer, o acaso nada.


¿Perturbó tu impasible luz de hada
-porque yo, la verdad, me estremecí-
advertir que posabas junto a mí,
o es tu mueca sensual disimulada?

Contengo la pasión que se desliza
eterna y suavemente por mi piel
si creo la verdad de tus caricias;

así que miente, calla y eterniza
esos dulces momentos de burdel;
sigue siendo el jardín de las delicias.

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