lunes, 14 de marzo de 2011

Ciprés


Sombra magnificente, besas el horizonte
en el fugaz preludio del crepúsculo;
cobijas el descanso de lo etéreo,
de todo lo que el tiempo desvanece;
te alzas como Babel hasta los cielos
para así conversar en soledad
con los dioses, los vientos y los astros;
bastión de los sepulcros; compañero
del olvido; tus raices ancladas en la tierra
robustecen tu sabia con recuerdos
-néctar vigorizante y nutritivo
que elimina tus miedos y tus males-
alterando lo atávico en presente.
Dime tú, milenario, ven y cuéntame,
íntimo confidente de lo eterno,
¿cuántos secretos guardas en tus ramas
y por qué esos misterios se morirán contigo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario