Ya la tierna y gentil Caperucita
va paseando alegre sin cuidado
y al muy lascivo lobo se ha topado;
quien díjole a la guapa muchachita:
- No tengas prisa mi niña bonita
-añadiendo el feroz lobo malvado-,
retocemos un rato por el prado
y que se espere un poco tu abuelita.
La niña, señalando más allá,
le contestó con suave y dulce voz:
- Que no voy a poder, lobo feroz,
pues no le va a gustar a mi mama.
Y el astuto animal le respondió:
- A tu mamá, chiquilla, le encantó.
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